lunes, 12 de marzo de 2012

La chica del anuncio



Imagínense que puedo escoger un cuerpo. 
Puedo ser esa chica bella del cartel. Con una vida glamourosa. Cargada de éxito y dinero. El centro de las miradas ahí donde va. 
O puedo ser algún miembro de una familia normal. Con el dinero para llegar justo a fin de mes. O no llegar. Un hombre, una mujer y un par de hijos. Una hipoteca y el seguro de vida. No parece una opción demasiado atractiva.
Pero la chica guapísima no deja de mirar a esa familia tan ocupada en buscar el chupete del bebé.
No hay envidia en su mirada. Es simple complicidad. También forma parte de una familia con algún crio por en medio. Paga su hipoteca y le cuesta llegar a fin de mes. 
Todos estamos en el mismo jodido barco.
¿Que cuerpo debo escoger?

3 comentarios:

  1. Siempre he dicho que utilizar fotos de otros en mis fotografías es vampirizar el trabajo de otros fotógrafos. A veces lo he hecho, que conste, cuando la relación era especialmente llamativa.

    La reflexión que cuenta Salva aquí es una especie de lucha de imagen o de identidad. Digamos que una lucha de clases, sociales o laborales, separadas por una o dos fotografías: la de Salva y la del mural. La realidad y la ficción, en definitiva.

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  2. Hay muchas maneras de interpretar la foto, como es lógico. En mi caso la veo como una contraposición entre la vida idealizada de la modelo y la de la madre, que no dejan de tener similar edad y aspecto, salvando las distancias...

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  3. Todos estamos en el jodido barco pero no todos tenemos el mismo rango y eso nos hace mirarnos con desconfianza. Sólo espero que nadie me confunda con un almirante por si se le ocurre sustituir al pichón para practicar puntería.

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