lunes, 18 de noviembre de 2013

Leonardo Barahona: A un amigo

Cuando colgué el teléfono me di cuenta que no te lo había contado todo.
Ya te dije que me preocupa cómo tengo que proceder con él, ¿entiendes?.
Quiero acompañarle. Cuando estamos juntos, hablamos. Antes era yo el que no paraba de hablar, así él no tenía que esforzarse en encontrar la siguiente palabra, me miraba callado, casi siempre con una sonrisa en los labios. Cuando era él el que hablaba, se sentía mal viendo que no era capaz de terminar una frase, de no poder contarme el último matiz de la historia que tuviera en la cabeza. Ya no, ahora le dejo hablar, ya no se para a buscar, las palabras brotan fluidamente de sus labios, aunque no de su mente. A ratos se da cuenta que lo que está diciendo carece de sentido y calla. Me gustaría contarle que no importa, pero no estoy seguro de si me entendería y decido no arriesgarme. Sus pensamientos van y vienen a un ritmo extraño… ¡Ay! qué difícil es esto.
Si, ya lo sé, pero no puedo evitar sentirme culpable. Hay momentos -esos momentos anodinos- en los que me acuerdo especialmente, y quiero ir, dejar lo que esté haciendo y estar con él, porque nos queda poco tiempo juntos, eso lo sabemos tu y yo. Él también lo sabe.



Voy llorándole poco a poco y así espero que cuando se vaya duela menos. Cada vez soy más consciente que ya se ha ido una parte de él, es una vela que se está apagando. A fuerza de entristecerme, ya no intento recordar cómo fue. Tendré que conformarme con esa chispa de luz en la mirada, con ese requiebro de entendimiento fugaz, con el laberinto imposible de su demencia senil descifrado por un instante.


Gracias por ayudarme con mi padre, amigo.

jueves, 14 de noviembre de 2013

La magia


En una excursión nos encontramos con un gran árbol y nos dió por abrazarlo. A mi me dió una sensación de gran calma, cuando le pregunté a mi amigo como definiria la experiencia me dijo:

- La paz que no encuentro en una iglesia me la proporciona un árbol.

Y sin embargo, es la misma simbología. Si hay algo en el hombre que le lleva a creer en un poder sobrenatural sagrado, numerosas veces ha considerado que este poder reside en los árboles. Desde el árbol de navidad hasta el baobab, desde los robles druídicos hasta el árbol de Guernica, los árboles han estado ahí durante generaciones uniendo a los hombres bajo su sombra.

Foto:   Xavier Sánchez
Texto:  Rafael Maldonado, Xavier Sánchez

lunes, 11 de noviembre de 2013

La historia más bella del mundo


Este hombre que busca el billete para pagar su carajillo está a punto de desmayarse. Cae al suelo desvalido, la mujer se levanta, alarmada, para ayudarle. El hombre no responde, llaman a una ambulancia, suben al hombre a la camilla. La mujer no lo piensa, sube a la ambulancia con él. El hombre ha vuelto en sí y la mira tras la mascarilla de oxígeno con unos ojos pequeños y vidriosos. La mujer esquiva su mirada y piensa que, total, no hay nadie esperándola en casa. Su marido, en paro, era quien cuidaba de la casa, permanecía allí solo todo el día, le decía. Pero ella, ausente en su turno doble de limpiadora de oficinas, no se enteraba de lo que parecía inevitable. Así que un día dejaron de esperarla.

Llegan al hospital, los reciben, la dejan esperando en una salita. La mujer espera, por qué no. Sale un médico a informarla, como si fuera algún pariente. "Su padre está bien, un chichón de la caída, pero dígale que deje el alcohol y que se tome sus pastillas". El hombre entra empujado en una silla de ruedas. "Aquí está su hija, Simón". Esta vez sí se miran. Cogen un taxi. "Gracias por no decir que no soy tu padre". Es viudo desde hace cuatro meses, tampoco le espera nadie en casa, no tiene hijos, nunca llegaron. Él y su mujer se preguntaban si sería mejor así, con la de disgustos que dan. "Me llamo Esther". "Pero tutéame, mujer". "Es que podría ser mi padre". "Por eso mismo".

Texto: Rafael Maldonado
Foto: Salvador Altimir

sábado, 2 de noviembre de 2013

Blanco y negro

Hay un momento para la vida y otro para la muerte.hay un momento para ser feliz y otro para no .Hay un momento para verlo todo blanco y otro para verlo todo negro.
Y más allá cuando se despeje la niebla y se pueda ver más lejos ,habrá negros y blancos y grises y azules y rojos y verdes...

"Hay gaviotas y cigüeñas y cacatúas. Hay las paredes de esta habitación y las sábanas de mi cama. Hay lirios del valle, claveles y los pétalos de las margaritas. Hay la bandera de la paz y el luto chino. Hay la leche materna y el semen. Hay mis dientes y la magia blanca. Hay mentiras blancas y calor blanco. Luego, sin vacilar, pasa al negro, empezando por listas negras, mercado negro y la Mano Negra. Hay la noche sobre la ciudad. Hay zarzamoras y cuervos, azabache y pez, Martes Negro y peste negra. Hay magia negra. Hay mi pelo. Hay tinta que sale de la pluma. Hay el mundo como lo ve un ciego."

Fragmento de la trilogía de New York de Paul Aster

Rosa Blanco