martes, 17 de septiembre de 2013

Vicent Carrión: Olor a aceite quemado

Hacía muchos años que no asistía a una competición motociclista en directo. Recuerdo, en la década de los ochenta, ver en una población vecina a la mía como Jorge Martínez “Aspar” vencía a Joaquín Alós “El Gato”, el piloto “number one” de mi pueblo en la época. Al final de la carrera, el de felino mote atribuía la victoria de “Aspar”  – el apodo le viene, tengo entendido, de su abuelo, que era “aspardenyer”, es decir, en la lengua valenciana, el artesano que hace alpargatas –  a su máquina: un “pepino” comparada con el “aparato asmático” que él llevaba.

Desde entonces veo las motos por la tele y, claro, al asistir un día del pasado agosto a la prueba que se celebra anualmente durante la Fira de Xàtiva, no pude más que, igual que un japonés al ver una “mascletà” por primera vez, quedar impactado, impresionado.







El olor a aceite quemado, la humareda de las salidas, el rugir de los motores, los pilotos tan cerca, la parafernalia que rodea todo este mundo… en fin, un cúmulo de sensaciones que hacen que la gente prefiera ver estos espectáculos en vivo, a pesar de que no se pueda disfrutar de la repetición de un adelantamiento o incluso no se sepa, inmediatamente, quién ha ganado.







No soy un forofo del motociclismo pero os aseguro que esa mañana lo pasé en grande.

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