sábado, 17 de marzo de 2012

La captura como acto de creación

Es ya algo demasiado común hablar de las fotografías como pedacitos de vida. Sin entrar siquiera en la absurda -por gastada- discusión acerca de si una foto debe reflejar la realidad, parece evidente que la vida es suficientemente rica y compleja como para que detrás de una imagen no haya mucho más que lo que se muestra ¿Quién podría dudar eso?

No obstante, para lo bueno y para lo malo, el hombre -permítame el lector un inciso: ruego se me informe si en alguna ocasión hago uso de algún término o expresión propio del lenguaje no sexista, para así corregirlo de inmediato y retirarme de la vida pública- el hombre, como decía, nunca se conforma con lo que se le da y quiere más. En el caso de las fotografías, construye historias y crea emociones propias.





La foto de hoy no da pie a muchas interpretaciones. Los tres niños se lo están pasando pipa en la puerta de la iglesia con los pétalos de rosa que tantas veces acompañan al arroz; es una boda pues... ¿o no? Podría ser un bautizo, o una renovación de votos de esas tan en boga. Los niños están muy alegres; todos hemos sido niños, nos podemos identificar con ellos, sentir en nosotros su alegría pero ¿sabemos por qué están alegres o nos lo inventamos al crear nuestra historia? Puede que estén alegres porque es una boda pero ¿y si no lo es? Cabría también la posibilidad de que estuvieran actuando para el fotógrafo ¡Todo podría ser verdad al mismo tiempo!

El hecho es que la fotografía ha capturado la intensa alegría de tres niños, la cual se nos ha contagiado. A partir de ahí, el fotógrafo nos ha cedido su asiento de creador y nosotros hemos hecho el resto. Y como se indica en toda obra de ficción: cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

6 comentarios:

  1. Rudolf, me ha gustado mucho eso de avisarte si empleas algún tipo de vocabulario no sexista :-)

    Por otra parte, totalmente de acuerdo con lo de construir historias y emociones propias; creo que es la clave de todo desde mi punto de vista.

    ResponderEliminar
  2. La foto rebosa espontaneidad y alegría. No hace falta darle más vueltas, pero por bien de la igualdad debería haber tenido al menos una niña, so sexista

    ResponderEliminar
  3. Las niñas que se ganen su sitio en las fotos... :-)

    ResponderEliminar
  4. Una amiga me decía hace poco en este mismo blog que según la estética de la recepción, el significado de una obra, guste o no guste, pertenece al receptor. Esto siempre me ha dado un motivo para pensar, aun cuando no conocía el término "estética de la recepción", y he llegado a la conclusión de que es cierto y además no me molesta.

    ResponderEliminar
  5. Yo lo diría de otra manera: no hay significado sino conjunto de ellos y el propietario de cada significado individual es su creador.

    ResponderEliminar
  6. Ummmm...ahí está el quid de la cuestión. Cierto que el creador es propietario de un significado, pero es propietario de uno, del suyo. Y no tiene porque coincidir con los receptores que también van a ser propietarios de sus significados.

    ResponderEliminar