viernes, 1 de febrero de 2013

Las torres imposibles

Dicen que el pasado es un país extranjero y no me cabe duda de que es así. Quizás cuando las distancias del tiempo y de la geografía se combinan es cuando surgen las sensaciones más sorprendentes y desconcertantes, más divergentes con lo que experimentamos en nuestro día a día.

Torres Asinelli y Garisenda (Bolonia)
Piazza del Comune (Viterbo)

Algo así es lo que me ocurre con las torres medievales italianas, esas agujas sin sentido, de estrechez imposible para su altura, la cual en muchos casos parece en mi opinión negar su declarado propósito defensivo. Muchas han desaparecido ya -Bolonia llegó a tener 180 en su tiempo, en lo que parece la versión medieval del a ver quién la tiene más larga- pero las que sobreviven me dejan boquiabierto o al menos descolocado, aunque sean tan modestas como la de Viterbo.












No sólo su altura y estrechez me fascinan sino que, junto al resto de edificios que las acompañan, me retrotraen a un tiempo donde todo parece funcionar de otra manera. Si bien el tamaño como ostentación de riqueza y poder se mantiene a través de los siglos, hay una atención al detalle y, sobre todo, una vez llegado el Renacimiento, una elegancia alegre que parece haberse perdido por completo en nuestros días.



Torre dei Lamberti (Verona)


Hoy parece tenderse a asociar la elegancia a la sobriedad y la falta de color, mientras que la Italia medieval me transmite alegría de vivir sin perder gusto y esa delicada exquisitez junto a la sensación de que, incluso los más grandiosos, en aquellos tiempos levantaban edificios para el disfrute de las personas, no para el pasmo de las naciones.

2 comentarios:

  1. Una entrada muy sugerente y una forma de ver la arquitectura como reflejo del cambio de personalidad de los italianos... mucho ha cambiado el país.

    ResponderEliminar
  2. Me alegro de que la entrada te haya dicho algo, Rafa. Ya son cuatro veces las que he estado en Italia, siempre voy con prejuicios basados en los tópicos de toda la vida, y siempre vuelvo encantado de la amabilidad de la gente y del gusto por la belleza que lo inunda todo. Luego llego a mi casa y sólo veo pompa, circunstancia y políticos por todos lados...

    ResponderEliminar