jueves, 28 de febrero de 2013

La marea

Avanza la marea y desde la más punkie de las crestas hasta el ama de casa que recién secó el último de los platos desfilan sin prisa por las calles de Madrid. Todas las siglas, los colores, los modos de vida. Todas las lenguas y formas de entender el equilibrio entre los individuos y las colectividades. Sólo una ausencia, la de las élites económicas que tanto y tan poco tienen que ver con esa lenta corriente que, semisólida, todo parece llevar.



Y la ola avanza, no bajo el estrépito de la tormenta, sino de una banda sonora que lentamente pasa del ritmo de los tambores al caos de pitos y cánticos, como una radio a la que con parsimonia se le revisan los tesoros que esconde su dial.



Y al final de su camino la ola rompe contra la escollera y se disuelve. Movimiento mil veces repetido, nada nuevo bajo el sol, piensan los de arriba. Habrá más y pasarán. Pero las formas del mundo se han forjado de esta manera, y no hubo piedra tan resistente que quedara en su lugar.

3 comentarios:

  1. El símil de la ola está muy bien escogido. Lamentablemente las rocas resisten. Solo las olas de las tempestades más fuertes son capaces de romperlas. Y cuando eso ocurre no solo se llevan por delante las rocas, sino a todo lo demás.

    Las fotos muy finamente escogidas.

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  2. Gracias, Rafa, me alegro de que te haya gustado. Sé que lo que más llama hoy en día son las transformaciones rápidas gracias a golpes fuertes, pero yo me quedo con la lenta erosión que ha moldeado el mundo desde que se hizo piedra.

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  3. "Y al final de su camino la ola rompe contra la escollera y se disuelve." Me encanta

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