viernes, 20 de abril de 2012

¿Que ha pasado que yo no puedo entender?



Marga vino a España buscando algo que no le daban en su Ecuador natal. Tampoco demasiado. Un poco de casa y algo para ir tirando. También buscaba un ahorro para ayudar a los que no dieron el paso de cruzar el charco. Al principio las cosas fueron bien. Incluso más que bien. 
Su formación como ingeniera informática le abrió las puertas en una empresa dedicada a la gestión de ventas de viviendas de segunda mano. No solo montó la Web. Era la máxima responsable de su mantenimiento. Tenía un sueldo fijo flojo, 1200€. Pero con las comisiones llegaba a los 5000€ cada mes. Dinero cobrado en negro. Enviaba 2000€ mensuales a su familia en Guayaquil.
A principios de 2010, la empresa inmobiliaria cerró. Eva cobró una indemnización de 10000€. Viajó a su país durante unos tres meses. Visitó a la familia y descansó.
A la vuelta tardó dos meses en encontrar un nuevo trabajo. Se encargó de ser uno de los supervisores del funcionamiento de la red informática de los cajeros de una Caja de Ahorros. Pocos meses más tarde, tres, la despidieron. Fue su primera experiencia en una regulación de empleo. 
Los siguientes doce meses fueron angustiosos. No solo no encontraba un trabajo adecuado a su preparación. Ya no había ningún trabajo. 
En la campaña de Navidad del 2011 la contrataron para promocionar nuevas terminales telefónicas. El empleo duró 20 días. 
Gracias a un amigo consiguió entrar como limpiadora en un restaurante del Eixample de Barcelona. Su sueldo, ahora, es de 700€ mensuales.
Hace un año que Eva dejó su piso. Ahora, comparte con otras. Son seis en una vivienda de 65 m2 en Nou Barris. A 40 minutos, en metro, del empleo.
Ya no puede enviar dinero a su familia. Y cada mañana se pregunta: ¿Que ha pasado que yo no puedo entender?
Marga es una de las personas mas preparadas de su generación. Y tiene ganas de ayudar a sus coetáneos. 
Ni ella, ni yo mismo, podemos explicar cuales son los derechos (y porque los tienen) de esa minoría codiciosa que aplasta el desarrollo de la gente que solo quiere contribuir a hacer que todas las personas podamos vivir un poco mejor.

3 comentarios:

  1. Me gusta la historia por su cercanía. No busca el impacto de lo inhabitual sino que nos conmueve por su cercanía. Todos estamos expuestos a ser protagonista de historias parecidas, de ahí la empatía. Además el terror con el que vemos los telediarios actuales no nos deja reaccionar ante los causantes directos de este melodrama que nos toca vivir sin comerlo ni beberlo.

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  2. Es verdad, es una historia muy cercana. Todos conocemos a alguien con una historia análoga a la que cuentas. Y seguirán habiendo más, extranjeros o no. Y todos deseando no estar incluidos en la lista...
    Gracias Salva, por contarnos esta historia.

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  3. Es imposible no entender el fondo de la historia pero también estoy percibiendo últimamente que "ir tirando" no es lo mismo en todas partes ;-)

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